03 – El ojo en el eje OY

Vídeo de 29 segundos grabado en el parque eólico Mudefer, en Caseres (Terra Alta, Tarragona, Catalunya). El molino en cuestión es accesible por un camino que parte hacia el sur desde la carretera N-420, entre las localidad tarraconense de Gandesa y la localidad turolense de Calaceite (Aragón).
El molino giraba raudo sus tres aspas, pero no al antojo del viento. El freno de su eje horizontal le obligaba a una frecuencia de giro menor de la que hubiese desarrollado en absoluta libertad. Contemplándolo a unos metros de su base me acordé de sus homónimos manchegos, aquellos que un hidalgo de ficción tomó por gigantes vivos. ¡Este sí que era un verdadero gigante! Palas de 40 m girando a 80 m del suelo. No hay podenco ni lanza en el mundo capaces de abatirlo.

Cambié mi posición hasta situar la mirada en su plano de rotación. Y entonces vi el espejismo. Yo sabía que eran tres, pero me parecía como si un único aspa fuese subiendo y bajando verticalmente, sin cesar. Mi nueva perspectiva había transformado la rotación bidimensional en un vaivén unidireccional y la velocidad angular constante en un vaivén lineal no uniformemente acelerado. Eso veía contemplando el fenómeno con el ojo en el eje OY.

El viento es el mar agitado del cielo. Al toparse con un molino se divierte con él como si fuese un juguete. Por violentos que sean los golpes y cortes de las aspas, sus girones de aire se reúnen fácilmente, como el agua en el mar. Tampoco le importa que los humanos transformen su fuerza en variopintos tipos de energía.