04 – Segmento a la deriva
3 de julio de 2013, durante la celebración de las 16 JAEM.
Lo que se contempla en el agua es una realidad distorsionada. La superficie sinusoidal juega con los mástiles, doblándolos, estirándolos y comprimiéndolos, rompiéndolos, incluso traza círculos instantáneos con sus fragmentos. Uno se imagina el sufrimiento de los originales de esas formas retorcidas y fragmentadas, pero no les pasa nada. La realidad visible en el agua es como la matemática: solo ficción. Palos, mástiles, maromas y cascos permanecen intactas, insensibles al dolor que la visión del observador les atribuye. Cuando éste se fija en tres puntos consecutivos de un mástil y sigue su rastro en el agua ve que sus reflejos aparecen, ahora aquí, después allá, permutados de todas las formas posibles.
La calma, que no quietud, hace de la superficie una variedad bidimensional continua y diferenciable. También son continuos y diferenciables los rectilíneos mástiles de los veleros y las curvas catenarias de las maromas que los sujetan a los norayes. Sin embargo, los destellos luminosos que ve el observador no reflejan nada de eso. La reflexión luminosa de un intervalo continuo y diferenciable sobre una superficie continua y diferenciable no es ni continua ni diferenciable.